Futbol y violencia: un matrimonio con fecha de caducidad
Detalle BN6
- Inicio
- Futbol y violencia: un matrimonio con fecha de caducidad
Futbol y violencia: un matrimonio con fecha de caducidad
El fútbol universitario debe evolucionar hacia la paz, rechazando la violencia y promoviendo valores y juego limpio, especialmente en instituciones educativas.
Hace algunas semanas presencié un partido de futbol universitario, en el que además de las acciones físicas y técnicas del deporte, hubo varias muestras de violencia frecuentemente normalizadas en esta disciplina (empujones, insultos, patadas y algunos manotazos que poco a poco subían la efervescencia).
Al medio tiempo una autoridad de la competición solicitó a los árbitros “cuidar” el encuentro, para evitar que estas agresiones (en ese punto pequeñas) derivaran en una violencia mayor. La respuesta de los árbitros me impactó: “pues… es futbol profe, así es”.
¿Realmente así es el futbol? Y de ser así ¿no puede ser de otra manera?, o al menos dentro de las universidades ¿el futbol debería ser diferente?
El añejo matrimonio entre el futbol y la violencia se remite hasta los orígenes de la disciplina misma, muestra de esto el aporte de Carrión Mena (2016) en el que manifiesta que:
“En el origen (el futbol) fue considerado como un mecanismo para batir y aniquilar al enemigo, porque ese era el sentido de las victorias; tan es así que, en Inglaterra, la primera “pelota” utilizada para jugar fútbol fue la cabeza de un soldado romano muerto en batalla. Tan brutal y sangrienta fue esta práctica que se llegó a prohibirla en varios momentos y lugares”. (pág. 40).
Queda claro entonces que el futbol tiene un origen ligado a la violencia. Sin embargo, así como el futbol ha logrado evolucionar en cuanto a lo físico, técnico, táctico y tecnológico, es importante que esta evolución cuestione si actualmente es pertinente migrar de esta cultura de la violencia, por una cultura de paz.
El futbol puede ser diferente
Así como por años se ha usado este deporte para demostrar superioridad, legitimando actos violentos, también ha demostrado que puede ser asociado con valores y comportamientos propios de la cultura de la paz. Por ejemplo, en un hecho conocido como “La tregua de navidad”, un partido de futbol celebrado en 1914, en el marco de la primera guerra mundial, con soldados de varios bandos involucrados. De esta experiencia, Cárdenas & Casallas (2016) aportan que:
"...este episodio muestra cómo en medio de los más cruentos conflictos, este deporte ha permitido reencontrar en el campo de juego a los enemigos, convirtiendo momentáneamente los teatros de guerra en canchas de fútbol que funcionan también como escenarios para la reconciliación" (pág. 62).
También existen ejemplos más recientes, por mencionar algunos está el programa “goles por la paz” en Colombia, la iniciativa “tarjeta blanca” irlandesa, o las iniciativas en Ruanda para instaurar la paz tras el genocidio del siglo pasado.
A la luz de estos ejemplos y otros proyectos que se han utilizado con este fin, es que podemos pensar en la posibilidad de que el futbol pueda empezar a “coquetear” con otras parejas de juego, como la paz, la deportividad, el juego limpio, entre muchas otras. En ese sentido, la relación tóxica entre futbol y violencia se puede dejar de normalizar, y se pueden empezar a explorar otras opciones.
El futbol debe ser diferente
El contexto ha cambiado desde los albores de la disciplina, y también los objetivos para las que fue creada. Aunque aún presente, se va diluyendo esta visión en la que se busca mostrar superioridad frente al otro, al grado de destruirle o lastimarle por el efímero rostro de la victoria. Ahora, el futbol se trata más de una manifestación de la superación de la condición humana frente a las adversidades.
Definitivamente, es por eso que en las universidades (y los centros educativos en general) donde una nueva forma de ver el futbol se debe gestar. No es coincidencia que todo el marco normativo del deporte en nuestro país se desprenda de la Secretaría de Educación Pública, y que ésta vea en el deporte, un medio para fomentar una cultura de paz principalmente.
Con mayor énfasis, universidades Jesuitas como el ITESO, tienen posturas claras en torno a este fenómeno (la violencia). Por ejemeplo, el ITESO en sus orientaciones fundamentales manifiesta su rechazo a "la violencia como medio para mantener el actual sistema social.” (Iteso, 1974, pág. 24) y esto se ve reflejado en todos sus programas.
Dejarnos seducir por la violencia en el futbol, es legitimar esta pareja y fomentar esa toxicidad, que, en nuestros días, tiene cada vez menos cabida. Lamentablemente el camino de la violencia es el camino fácil, optar por la paz, los valores, y la formación integral en general implica trabajo extra, mueve las viejas estructuras mentales y ataca el estado de las cosas que deben cambiar.
Toca entonces ver en el futbol, a este buen amigo, en busca de una relación más sana. Al dejarlo entrar a la universidad podemos acercarlo a una nueva pareja, que con suerte prosperará y trascenderá los muros institucionales para acercarse con un nuevo rostro a la sociedad. Si logramos que esto suceda podremos ser testigos de un importante cambio cultural, apostar a esta noble tarea es el primer paso para lograr el objetivo, si todos nos sumamos, el añejo binomio futbol-violencia tiene los días contados.
Cuando logremos que en el futbol haya cultura de paz, cuando los comportamientos, sentimientos, ideas y emociones hablen de paz, reconocimiento, tolerancia y fraternidad, será el momento en que con mucho gusto podremos decir……. “pues es futbol profe, así es”.
Para logar eso, a todos nos toca despejar el balón lejos de la violencia.
Referencias
Cárdenas González , J., & Casallas Torres, H. A. (2016). Del deporte colectivo al juego comunitario: Fortalecimiento de las organizaciones comunitarias de jóvenes por medio de la práctica del fútbol. Deporte, inclusción social y experiencias comunitarias en America Latina, 51 - 73.
Carrión Mena, F. (2016). Fútbol y violencia, las razones de una sin razón. Archipielago. Revista Cultural De Nuestra América, 40-46.
Iteso, U. J. (1974). Orientaciones funadamentale del ITESO. Tlaquepaque, Jalisco, México.